ÁREA DE COMUNICACIÓN FEB

Nombra a Pilar Landeira o Anna Cardús como verdaderas pioneras del arbitraje, pero recuerda que “hubo una época en que era yo la única mujer del grupo 1 de la FEB.” Asegura que tuvo un trato igualitario, pero a los 40 años y cuando estaba muy bien considerada por FIBA se retiró de las canchas. Árbitra internacional, y casada con un árbitro internacional (Luismi Castillo), la conciliación familiar era complicada en un oficio muy intenso que no permite el teletrabajo.

Ahora es vicepresidenta del Comité Técnico Arbitral y trabaja con el objetivo de “apoyar y acompañar a nuestros árbitros en las vicisitudes que puedan tener y hacer propuestas de mejora en nuestro estamento”. También colabora con FIBA en proyectos de potenciación de la mujer en el baloncesto, “no por imperativo legal sino por méritos propios.”

Jefa de estudios en un instituto de Murcia asegura que “ser árbitra me ha ayudado a ser mejor profesora porque son muchos los valores que ahora llaman “soft skills” que se aprenden arbitrando”; pero va más allá y afirma que “ser árbitra ayuda a ser mejor persona, a gestionar los problemas y las críticas, y a tolerar la frustración.”

Vicepresidenta del CTA ¿Cómo es tu labor dentro del Comité?
Represento a la FEB a través del Comité Técnico, y en estrecha relación con el presidente Juan Luis Redondo, tratamos de dar solución a cualquier problema del árbitro, así como apoyar y acompañar a nuestros árbitros en las vicisitudes que puedan tener y hacer propuestas de mejora en nuestro estamento.

Dentro del mundo del arbitraje, eres una persona muy querida. Esa labor de nexo de unión con los árbitros es importante ¿no?
Creo que sí, porque considero que el que representa a un colectivo deber haber sentido lo que siente el colectivo, y yo he sido árbitro en activo 25 años y árbitro de la FEB durante 17.

El Área Arbitral se ha reestructurado este último año ¿cómo ha sido la llegada de nuevos activos al Área?
Creo que ha sido un acierto la elección de las personas que llevan a cabo la dirección y gestión del área y estoy muy agradecida de que hayan aceptado la llamada de la FEB para trabajar juntos en mejorar la calidad de los árbitros españoles.

También estás implicada en proyectos de la potenciación de las mujeres dentro del mundo del baloncesto en FIBA ¿otro reto apasionante?
Por supuesto. Una de las razones de pertenecer al CTA es poder ayudar desde dentro en el proyecto de potenciar la presencia femenina en el mundo del arbitraje tanto a nivel nacional como internacional, no por imperativo legal sino por méritos propios. Tener referentes siempre ayuda a ver que tu objetivo no es imposible y ayuda a la hora de tener una comunicación fluida y de confianza. Me siento útil de aportar mi experiencia e ideas para ayudar en este proyecto.

Se está avanzando mucho en los últimos años en el número y calidad de árbitras del baloncesto español ¿motivo de orgullo?
Claro, ver como el número de chicas aumenta y cada vez son más las personas que pueden vivir y disfrutar las experiencias deportivas y humanas que he disfrutado yo me alegra muchísimo. No solo me alegro de que haya cada vez más mujeres, sino que en general cada vez haya más árbitros, chicos y chicas, en nuestras competiciones que puedan sacar provecho de la infraestructura que aporta la FEB a nivel deportivo.

¿Te sientes un poco pionera en el mundo de la mujer en el arbitraje?
Sinceramente sí, hubo una época en que era yo la única chica del grupo 1 de la FEB, que no quiere decir que me sintiera mal ni que me sintiera sola, pues siempre me considere una arbitra y deportista más y como tal me trataron. Pero antes que yo hubo muchas árbitras que marcaron mi carrera y me dieron ejemplo para seguir trabajando duro, en una época donde no había redes sociales y los referentes femeninos eran escasos. Estas árbitras si fueron pioneras, Pilar Landeira, Mari Cruz Guinau, Anna Cardús, Antonia Gómez…yo solo seguí sus pasos. Ahora me enorgullezco de las árbitras que han cogido el relevo como Esperanza Mendoza y Yasmina Alcaraz, así como de todas las que arbitran en las ligas FEB.

Dejaste el arbitraje cuando estabas muy bien considerada en FEB y en FIBA ¿fue difícil esa decisión?
Fue una de las más difíciles de mi vida, pero tenía muy claro lo que quería y la motivación y la suerte hicieron el resto. En ese momento de mi vida la familia tiraba más que el deporte y nunca me he arrepentido, que no quiere decir que no lo eche de menos. Medité bien mi retirada, el último año me fui despidiendo de los compañeros y las pistas, y me fui tranquila y en paz, pues no concebía retirarme de otra manera, siempre dando las gracias por todo lo vivido y los premios obtenidos.

La situación en casa también es especial, conviviendo con otro de los mejores árbitros del país ¿conseguís diferenciar trabajo y vida personal?
Si, la verdad es que llevamos tiempo trabajando el compartimentar bien nuestros trabajos y separar la vida familiar de la profesional. Siempre nos hemos sentido compañeros, desde los primeros campeonatos de España, pero no dejamos que el baloncesto inunde demasiado nuestro día a día pues de esa manera podemos disfrutar más.

Árbitra y educadora, es más habitual de lo normal ¿están relacionadas las dos profesiones?
Pues efectivamente tienen muchos puntos en común y siempre he pensado que iban de la mano. El árbitro tiene una faceta formativa dentro del partido, desde que comenzamos en las categorías de formación, y en lo que respecta a nuestra comunicación con el entorno. Desde muy jóvenes recibimos formación de los árbitros veteranos en nuestros comités y la mayoría de nosotros devolvemos esa formación recibida tanto a nuestros comités como a cualquier club o federación que nos llama para pedirnos una charla. Es una labor formativa preciosa que perpetúa nuestro pequeño legado a las siguientes generaciones de árbitros y entre todos ayudamos a formar nuevos árbitros.

Son dos profesiones vocacionales, pero ¿ser árbitra te ayuda a ser mejor profesora?
Por supuesto, todas las herramientas aprendidas en mi carrera arbitral, las utilizo diariamente en mi aula con mis alumnos. Una comunicación asertiva, escucha activa, control de partido, paciencia, esfuerzo, ejemplo, trabajo en equipo, coordinación, templanza, autocontrol, etc. Son muchos los valores aprendidos que ahora llaman “soft skills”, que se aprenden arbitrando, que luego puedes llevar a tu vida diaria, tanto personal como profesional.

¿Y ser árbitra te afecta a la vida personal y social? ¿Te ayuda a empatizar más con los demás?
Bueno no es que me afecte, es que me ayuda a ser mejor persona. Siento mucha empatía con el deportista y comprendo lo que pasa por su cabeza. Me ayuda a gestionar los problemas y las críticas, y a tolerar la frustración. Cuando empecé a arbitrar no me imaginada todo lo que iba a aprender en esta profesión. Por supuesto no todo es perfecto, claro que no, pero en mi caso las alegrías han superado a los obstáculos y solo me ha servido para superarme a mí misma en muchos aspectos, siendo a la vez consciente de mis limitaciones.

Por último ¿cómo ves el futuro del baloncesto español?
Brillante como hasta ahora. Tenemos una firme tradición de esfuerzo y un coraje que nos empuja a mejorar siempre. La infraestructura esta creada, con medios suficientes para seguir mejorando y buenos profesionales que aportan su saber hacer. Hay que seguir disfrutando con los éxitos y aprender de los fracasos.