Árbitro y padre
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18/05/2013
Reproducimos un artículo publicado por el Diario Montañés a José Luis Teja, Presidente de la Federación Cántabra de Baloncesto, en el que hace una reflexión sobre la iniciación en nuestro deporte y en especial en el mundo del arbitraje
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El elevado número de partidos conlleva la necesidad de árbitros. Los que empiezan dirigen los partidos de categorías inferiores. A diferencia de los jugadores, a ellos se les pide la perfección desde el primer día. Imposible, nadie nace aprendido. Las estrellas del deporte han crecido de la base, aprendiendo de cada fallo, y contando siempre con el apoyo de entrenadores, padres y aficionados ¿Por qué no es así con el arbitraje?
Resulta utópico pensar que nuestros hijos jugadores -que aprenden los conceptos básicos- tengan arbitrajes perfectos. No puedo dejar pasar la ocasión de defender con la voz más alta la labor de los árbitros en estas categorías: ellos también se están formando, hay que dejarles crecer como árbitros y personas.
Normalmente, en la base los padres suelen ser los forofos. Por nuestro bien, deberíamos colaborar para evitar que los árbitros se vayan el primer año. Necesitamos la figura del 'padre-amigo', aquél que hace ver a los demás, que todos, incluidos los árbitros, pueden errar.
Todos somos humanos y debemos ser conscientes de nuestros errores (padres, entrenadores, jugadores, árbitros), pero nos necesitamos para que el deporte progrese. Las equivocaciones nos afectan a todos, pero los que más sufren las consecuencias son los jóvenes árbitros que, como sus propios hijos, están iniciándose en el mundo del arbitraje y del deporte.
Contra los valores que el deporte ofrece -respeto a las reglas, adquisición de hábitos de higiene, acostumbrarse a ganar y perder, etc-, los jóvenes aprenden e imitan todo aquello que observan: gestos, menosprecios, palabras violentas, incluso agresiones a árbitros y contrarios. Más si son sus padres (sus líderes) los actores.
Hacen mal los que quieren que sus hijos «jueguen mas que los demás», no les gusta que «jueguen compañeros malos, porque les hacen perder partidos», amenazan con llevarse a sus niños a otros clubes si no aceptan determinadas exigencias; dan indicaciones a sus hijos en los entrenamientos y en los partidos, critican decisiones de entrenadores y compañeros en público; amenazan e insultan a árbitros, a jugadores y acompañantes contrarios; o hacen demostraciones públicas de su supuesto conocimiento del juego.
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