Mi experiencia en el campeonato de mundo de Auckland ha sido muy gratificante. Como siempre, el grupo humano del equipo arbitral ha estado en lo máximo, como suele ser habitual.

La capital de Nueva Zelanda (Auckland) es una ciudad muy extensa, ya que tiene alrededor de un millón y medio de habitantes pero las construcciones son, en su mayoría, de casas unifamiliares con muchos espacios verdes a excepción del centro urbano que se compone de 5 manzanas de rascacielos muy modernos al pie de la bahía, que le da una sensación de ciudad cosmopolitana muy atractiva. Sus habitantes poseen una gran mezcla racial pero en su mayoría son extremadamente amables y atentos. Estamos en pleno invierno y aunque no es extremadamente frío, si que nos ha llovido más de la mitad de los días.

El campeonato se ha desarrollado con una deportividad absoluta y con gran calidad de juego. Si bien no hemos podido disfrutar del ya acostumbrado éxito de nuestra selección de baloncesto, ha habido partidos realmente intensos y de gran calidad. Es una maravilla arbitrar a jugadores de estas edades porque en un par de años me los encontraré en las canchas españolas y europeas y podré comparar su evolución.

Como siempre, el éxito de nuestra selección no nos permite a los árbitros cosechar éxitos personales de renombre en estos campeonatos, pero al quedar apeada nuestra selección de la fase final he tenido la suerte de arbitrar la final entre Estados Unidos y Grecia. EEUU se ha merecido la victoria, pero ojo al equipo griego que tiene tres o cuatro jugadores que veremos muy pronto por nuestras canchas.

Sin duda Auckland quedará marcada en mis recuerdos como ciudad y como logro deportivo. Ha merecido la pena el viaje de unas 40 horas. Dicen los autóctonos que si trazas una línea hacia el suelo en Auckland y sales por el otro lado del globo terráqueo apareces en un punto entre Málaga y Sevilla, pero ya que estoy aquí voy a disfrutar de 10 días recorriendo el país para disfrutar de la vegetación tan frondosa y los paisajes tan espectaculares como los de la película El señor de los anillos. Así que espero os haya gustado el pequeño relato de mi experiencia en esta maravillosa ciudad.