MIGUEL PANADÉS / ÁREA DE COMUNICACIÓN FEB

Pasaba un día por la federación viguesa cuando vio un anuncio de que se necesitaban árbitros. En su primer año como jugador alevín de baloncesto le llamó la atención poder hacer la pruebas y para sorpresa de todos, no sólo las pasó, sino que lo hizo mostrando unas capacidades impropias de su edad. Adrián Álvarez empezó a arbitrar a pequeños pero como lo hacía suficientemente bien le fueron designando para arbitrar más mayores hasta hacerlo incluso en juniors. “Muchas veces estoy en la mesa justo antes empezar el partido y se acerca algún jugador a preguntar si ha llegado ya el árbitro. Cuando le digo que el arbitro soy yo se queda un poco extrañado pero… da igual, empieza el partido y creo que se olvidan de mi edad”.

Habla con naturalidad, con simpatía propia de la edad y con el orgullo de saber que es el árbitro más precoz del baloncesto español. Le pregunto si recibe un trato preferente de las gradas pero no. “Que va, me protestan los padres, quizás no tanto como a otro pero sí. Pero eso a mi no me importa, estoy acostumbrado y no me influye en lo que tengo que pitar”. Le gusta el baloncesto y se fija en todos y cada uno de los detalles cuando contempla un partido de baloncesto. Analiza cómo lo hacen los “maestros” y cuando le requiero por alguno en que fije especialmente me habla de uno: “Sí, me gusta Hierrezuelo”.

En la Federación Viguesa andan sorprendidos por su buen nivel. Su tío, el entrenador Larry Rodríguez le aficionó al baloncesto y sus padres tienen “prohibido” ir a los partidos. “No quiero que lo pasen mal” afirma con madurez Adrián Álvarez, el más “prometedor” de los árbitros españoles.